París (2019)

En nuestro primer viaje a París (diciembre de 1985) hice pocas fotos y me las revelaron muy mal en un minilab. A pesar de eso, recientemente he digitalizado las películas y he montado una página: Paris I (1985). En el segundo viaje (diciembre de 2003) fuimos a ver museos. Aunque ya tiraba en digital, hice sobre todo diapositivas para utilizarlas en mis clases.

Como siempre nos quedará París a un par de horas, en 2019 fuimos a por la tercera, esta vez en primavera. Y París estaba deslumbrante, a todo color. La voilà:

3 de abril: Montmartre

En esta ocasión nos alojamos en el Hotel Ibis Sacré Cœur, en pleno Montmartre. Después de comer subimos a la basílica y dimos un paseo por nuestro quartier: la Place du Tertre con sus pintores y tiendas de souvenirs, el Muro de los «Je t’aime»; caminamos por el puente sobre el cementerio, y recorrimos el Boulevard de Clichy, con sus tiendas de sexo, hasta el de Rochechouart, donde estaba el hotel.

4 de abril: Campos Elíseos, Sena y Tullerías

París es una ciudad para patear. El jueves empezamos temprano en el Arco de Triunfo, recorrimos los Campos Elíseos y el puente de Alejandro III. Después tomamos un bateau-mouche. Navegar por el Sena, a pesar de la masificación de los barcos, tiene su encanto. Por la tarde paseamos por los alrededores de la Ópera Garnier y la Place Vendôme hasta las Tullerías.

5 de abril: Museo de Orsay, el Louvre y el cementerio de Père Lachaise

Orsay-Orangerie son los dos museos de Paris que exponen las colecciones imprescindibles del arte del siglo XIX y primeros años del XX, hasta la Gran Guerra.

El Museo del Louvre es una constante en nuestras visitas a Paris, dada la cantidad y calidad de las obras que atesora. Siempre descubrimos algo nuevo.

El cementerio de Père Lachaise y el de Montmartre que visitamos el día de regreso, están incluidos en la página de Cementerios

Junto a la tumba de Edith Piaf

6 de abril: Les Puces, Notre-Dame, Sainte Chapelle

El sábado fuimos a primera hora a Saint Ouen, donde funciona el Marché aux Puces, el mercado de las pulgas. Hace 50 años, mi prima Mari Lourdes me trajo de allí la primera chapa de mi colección: una matrícula parisina. Ya era hora de conocer ese mercadillo y comprar alguna chapa más para mi nuevo pisito. La que me traje era charmante.

Después, visitamos Notre-Dame, nueve días antes del fatídico incendio. La Catedral estaba en todo su esplendor, cuidadísima. Con una aplicación del móvil reservé la subida a las torres para primera hora de la tarde. Mientras tanto, entramos en la Sainte-Chapelle, milagro de transparencia y ligereza, y paseamos por el Sena, donde los bouquinistes están siendo sustituídos por puestos de souvenirs.

La subida a las torres es toda una experiencia. Después de casi 400 escalones la recompensa es una de las panorámicas más bellas de la ciudad… ¡y la galería de las quimeras! Me sorprendió el enorme andamiaje sobre el crucero, cosa por otra parte habitual en todos los monumentos; también metí la cámara por algunos huecos, descubriendo unas vigas antiquísimas.

Terminamos la jornada dando un paseo por el Ayuntamiento y alrededores del Centro Pompidou.

7 de abril: La Torre Eiffel

El domingo empezamos en la Plaza de la Concordia y entramos al Museo de la Orangerie (cuyas fotos he puesto junto con las de Orsay). Después dimos una caminata hasta el Campo de Marte. Teníamos la entrada a la Torre Eiffel a mediodía. La subida se podía hacer por escaleras o en ascensor. La vista de París era grandiosa. Fui descubriendo la Catedral, el Arco de Triunfo, La Defensa… Había quienes celebraban aquí arriba su cumpleaños, o sencillamente brindaban con champagne.

Bajamos y paseamos por los alrededores, esperando que anocheciera. Vimos de todo: candados de amor eterno, bodas de asiáticos, churrerías, y hasta una efímera pancarta pidiendo la libertad del presidente del PKK kurdo, que está preso de por vida en Turquía.

La torre de noche estaba preciosa, en especial durante los cinco minutos cada hora que se iluminaba con las 20.000 lámparas de destellos.

8 de abril: Versalles y La Defensa

Aunque era lunes y el palacio estaba cerrado, siempre es agradable dar un largo paseo por los jardines de Versalles. Por la tarde fuimos a la Defensa, un barrio ideado para alejar los rascacielos y las oficinas del centro de París. La primera sorpresa fue que la avenida principal de acceso a la zona era peatonal. Los edificios eran espectaculares, destacando la Grande Arche. En su piso superior una exposición del fotógrafo Stéphane de Bourgies y una terraza enorme. Desde allí arriba se divisaba el Eje Histórico formado por el Arco de Triunfo (a 5 km), el Obelisco de la Plaza de la Concordia (a 7,3 km) y la Pirámide del Louvre (a 8,6 km). Fue el lugar perfecto para despedirnos de París. Au revoir!

El siguiente viaje: Namibia

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