Egipto

Nuestro viaje por Egipto en julio de 1998 fue una experiencia inolvidable. Además estuvimos prácticamente solos, Pilar y yo, las dos semanas que duró. Era temporada baja por el calor —poco más que en Córdoba— y sobre todo por el reciente atentado en Deir el-Bahari.

Volamos el día 14 con Egyptair a El Cairo, donde hicimos noche; el 15 hicimos otro vuelo a Luxor y entonces embarcamos en el Nile Plaza, un crucero pequeño y muy confortable. El resto del día fue de navegación en el que pasamos varias exclusas. Estas motonaves son ideales para visitar la sucesión de templos situados a orillas del Nilo.

Jueves 16 de julio. Desembarcamos temprano para visitar el Templo Edfu, dedicado a Horus, el dios halcón. Impresionante por sus dimensiones y la riqueza decorativa.

Por la tarde visitamos otro templo muy peculiar, Kom-Ombo, dedicado simétricamente a dos dioses: Sobek (el cocodrilo) y Horus el viejo. Cada vez que regresábamos al barco nos esperaba la tripulación con toallas húmedas y zumos. Proseguimos la navegación; la vida a bordo era muy llevadera.

El viernes 17 llegamos temprano a la Presa de Asuán, una megaconstrucción que solo se percibe por los militares que la vigilan y la enorme cantidad de agua que embalsa (el Lago Nasser). Su construcción fue la causa de que hubiera que trasladar muchos templos para que no quedasen sumergidos. Subimos en una barca para acercarnos al Templo de Filé, uno de los reubicados, Patrimonio de la Humanidad. Por la tarde dimos unas vueltas por el Nilo en una faluca, visitando un poblado nubio. Y por la noche fuimos a Asuán en una calesa para tomar unos refrescos.

El sábado fuimos a Abú Simbel. Se podía ir por el desierto en unas cuatro horas, pero fuimos volando, en 30 minutos. Y valió la pena aprovechar el tiempo, no solo por la grandeza del templo-hipogeo sino por la enorme obra de ingeniería —cuya trastienda se ve al final— que supuso su traslado a un nivel más alto. Me encantó e hice todas las fotos que pude.

El domingo 19 continuamos navegando hacia Luxor, solo seis pasajeros: dos señoras catalanas, el guía y su mujer (de luna de miel), Pilar y yo. Desembarcamos para visitar el Templo de Esna, dedicado al dios Jnum. Solo queda en pie la sala hipóstila, con columnas de trece metros. Después, atravesamos el mercado y volvimos al barco. Solo estábamos a una exclusa de Luxor, donde llegaríamos de madrugada.

Si hay un lugar inhóspito en el mundo es el Valle de los Reyes, necrópolis real del antiguo Egipto. El lunes 20 amanecimos atracados en Luxor y fuimos muy temprano. El calor era ya insoportable, así que hicimos una visita breve. Me encantó la tumba de Ramsés VI; aunque estaba prohibido hacer fotos en los interiores, no pude resistirme e hice una. Pasamos por la de Tutankamón, pero el guía nos advirtió que era pequeña, oscura y muy cara. Después fuimos a Deir el-Bahari a ver el Templo de Hatshepsut. Solos y en un silencio total en aquella explanada… momentos inolvidables. Al finalizar la visita dimos un rodeo para ver los Colosos de Memnón y regresamos al barco.

Por la tarde fuimos a Karnak, el complejo religioso más importante del Antiguo Egipto, con unas dimensiones colosales. Me imaginaba la grandiosidad que debieron tener las ceremonias que allí se celebraron.

Muy cerca, separado del Karnak por la Avenida de las Esfinges, estaba el Templo de Lúxor, otra maravilla. El obelisco que falta en la portada es el que está desde 1836 en la Plaza de la Concordia, en Paris.

El martes 21 después del desayuno dejamos el barco y empezamos la jornada en el Museo de Lúxor. Era pequeño pero albergaba una interesantísima colección de esculturas descubiertas en 1989 muy cerca de allí. Me impresionó la escultura de Tutmosis III hecha en esquisto, un material especialmente duro.

A estas alturas del viaje necesitábamos un descanso en el Mar Rojo. En principio pensé en Sharm el-Sheij, por la posibilidad de hacer una excursión a Petra. Pero era complicado y acabamos en Hurgada, un destino emergente de sol y playa. Allí en el Meliá Pharaoh (actualmente de la cadena Sonesta) estuvimos del 22 al 24 de julio. Uno de los días fuimos en un barco e hice un intento de submarinismo, con una cámara acuática malísima. El resto del tiempo descansamos, y disfrutamos del hotel y de las playas.

El 24 por la noche volamos de Hurgada a El Cairo y nos alojamos de nuevo en el Sofitel Le Sfinx, en Guiza. Muy temprano el 25 entramos estábamos en el yacimiento arqueológico. Primero nos dirigimos a la Pirámide de Jufu (Keops) que de siempre me atrajo y por fin podía visitar. Está prohibido escalarla, lo que es muy peligroso, pero sí se pueden trepar las primeras hiladas de piedras.

Compré la entrada para la Pirámide de Jafra (Kefrén) pero solo pude bajar unos metros por la diminuta rampa. Hacía un calor sofocante y tenía que ir casi sentado y tirando del bolso con la cámara… así que desistí. Hicimos fotos en la Gran Esfinge y nos refrescamos en una galería, donde compramos un papiro. Después volvimos al hotel, desde donde se seguían contemplando las moles de piedra. A la caída de la tarde dimos un agradable paseo por los alrededores.

El domingo 26 de julio visitamos el Museo Egipcio que exponía gran cantidad de objetos y obras de incalculable valor que habían resistido a siglos de expolio. Todo era espectacular, aunque destacaba el Tesoro de Tutankamón, las joyas y enseres que Sir Howard Carter sacó de la tumba KV-62. Me encantó ver de cerca el ka de Keops, la estatua de diorita de Kefrén, Micerino y su esposa (con la diosa-vaca Hathor), la máscara de oro de Tutankamón y las capillas de madera y oro que recubrían su sarcófago.

Comimos en un restaurante; como en casi todos, el pan se elaboraba artesanalmente. Después visitamos la iglesia copta de San Sergio y la Mezquita de Alabastro en la Ciudadela de Saladino. Desde allí nos despedimos de El Cairo, la mayor ciudad del mundo árabe y de África. Por último, nos acercamos a Jan el-Jalili, el bazar antiguo, que por ser domingo estaba a medio gas.

El lunes 27, para terminar nuestro periplo, nos desplazamos a Alejandría, segunda ciudad de Egipto. Fuimos a ver la impresionante Columna de Pompeyo, con sus 27 m de altura es la mayor fuera del Imperio Romano.

Después entramos en las Catacumbas de Kom el-Shogafa, con una decoración influenciada por el gusto greco-romano.

Por último, visitamos la Ciudadela de Qaitbay, construida donde estuvo el Faro de Alejandría, y la Mezquita de Abu al-Abbas al-Mursi, un sufí murciano. Después de comer y pasear por la playa regresamos al hotel, para preparar las maletas. Finalmente, el martes 28 volamos a Madrid y regresamos a casa.

Egipto en blanco y negro

Como en otros viajes anteriores a 2004, no solo tiré estos 22 carretes que has visto. También hice un centenar de diapositivas, para usar después en mis clases; como están prácticamente duplicadas, las he desechado. Finalmente con mi Rollei 35 T disparé dos rollos de Ilford HP5 de los que he seleccionado unas cuantas.

El siguiente viaje: Londres

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