Belalcázar

Estuve en Belalcázar en el paseo fotográfico organizado por AFOCO el 7 de noviembre de 2021. Ya había estado de paso esta localidad cordobesa, y aunque la visita duró solo unas horas, me encantó.

A media mañana, el enorme y «bello alcázar» nos dio la bienvenida. Paramos unos minutos en el mural de la romería de Nuestra Señora de Gracia de la Alcantarilla, una de las más importantes del Valle de Los Pedroches. Seguimos después hasta la plaza de la Constitución, en la que tomamos café y saludamos al conquistador Sebastián de Belalcázar. En la Iglesia Parroquial de Santiago el Mayor vimos y retratamos las imágenes de la Semana Santa, antes de caminar un par de kilómetros hasta el convento de las clarisas.

Convento de Santa Clara de la Columna

Después de la caminata, llegamos al impresionante convento. Fundado en 1476 por Doña Elvira de Zúñiga como monasterio de varones, se convirtió, tras su muerte en 1483, en cenobio femenino. Representa uno de los principales conjuntos conventuales de la provincia de Córdoba y, por fortuna, ha llegado hasta el presente sin grandes transformaciones, conservando sus viejas edificaciones del gótico Reyes Católicos. El convento, muy extenso, está constituido por numerosos patios y dependencias que dan lugar a una compleja organización. Durante el recorrido había varias zonas en las que no estaba permitido hacer fotografías. Al final pasamos por la tienda, en la que hicimos acopio de pastas y otras delicias; también se pueden comprar en esta página.

Comimos en el Albergue, rapidito y bien. Teníamos concertada la visita al castillo a las cuatro de la tarde.

Castillo de los Sotomayor y Zúñiga

Dos arqueólogas encantadoras nos guiaron por las ruinas y obras de este impresionante castillo, el más alto de la península ibérica. Cuando entramos en la torre me sorprendió que estaba totalmente hueca, solo había pasarelas, arbotantes y una cúpula estrellada en las alturas. La iluminación ayudaba a crear un ambiente único, así que tiré y tiré, hechizado por aquellos volúmenes. La subida a los diferentes niveles se hacía por estrechas escaleras de caracol, con escalones altos y cortos, sin pasamanos. El esfuerzo de subir  —y más aun el de bajar—  tuvieron su premio con las vistas que disfrutamos en la azotea. Tomé fotos al pueblo, al Convento de los Cinco Mártires de Marruecos, al de las clarisas, la parroquia y hasta al castillo de Santa Eufemia. Pepe Barranco hizo las dos de la azotea en las que salgo yo.

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