Estuvimos en Birmania, llamada oficialmente Myanmar, en las vacaciones de diciembre de 2011. Fue en un circuito privado junto a nuestros amigos Mariló y Baltasar, a quienes habíamos conocido en el viaje a Siria.



Volamos el martes 27 a mediodía desde Madrid. Después de una corta escala en Bangkok, seguimos hasta Rangún, oficialmente Yangon, donde llegamos a media mañana del miércoles. Hicimos los trámites aduaneros y Zaw Zaw —nuestro guía-traductor— nos llevó al Hotel Sedona, donde llegamos a la hora de comer. Nos pusieron verduras, carnes y pescados, muy sabrosos y poco especiados; la cerveza, insuperable, se servía en generosas botellas de 3/4 l.



ရန်ကုန် – Rangún, 28 de diciembre
La primera visita de la tarde fue a Chaukhtatgyi, una pagoda de 6 pisos que albergaba un Buda reclinado de 66 m. de largo. También fuimos al complejo Shwedagon, con su estupa de 100 m. de altura cubierta de oro. Era la pagoda más sagrada para los budistas del país al contener ocho cabellos de Buda. Aquel día nos recogimos temprano, por el jet lag y el madrugón que nos teníamos que dar al día siguiente.
El vuelo 909 a Bagán salía a las 6:15, antes del amanecer. El embarque fue rápido y a bordo nos sirvieron un desayuno ligero.
ပုဂံ – Bagán, 29 de diciembre
Visitamos en primer lugar el mercado de Niaung-U; allí tiré fotos a diestro y siniestro. Después fuimos a la pagoda de Shwezigon; dentro estaban las imágenes de los 37 nat, espíritus invisibles de los árboles o los de los ríos. Seguimos la ruta visitando el templo de Ananda, primo de Buda, en el que era costumbre pegar láminas de pan de oro a las figuras sagradas. También estuvimos en un taller de lacado y por último, fuimos al hotel Tharabar Gate, donde comimos y descansamos un rato.
A la caída de la tarde hicimos una excursión en calesa a la pagoda Shwesandaw. Subimos por unos escalones empinadísimos y las vistas eran espectaculares, pero estaba nublado, así que no pudimos disfrutar con la puesta de sol.
ပုဂံ – ပုပ္ပားတောင် – Bagán y Monte Popa, 30 de diciembre
Muy temprano salimos hacia el este de Bagán, donde estaba la mayor concentración de estupas de Birmania. Subimos a las terrazas de la pagoda Dhammayazika para ver unas panorámicas inolvidables. Más tarde paramos en un palmeral, en el que se destilaba licor y hacían caramelos. La sorpresa del día fue avistar el Monte Popa, un antiguo volcán en cuya cima había un monasterio. Subimos los cientos de escalones entre budas, tiendas y puestos de comida, rodeados de monos —que tenían el suelo hecho un asco— y chiquillos que hacían como que lo limpiaban, para conseguir una propina. Comimos en un resort cercano y por la tarde, de vuelta en Bagán, navegamos un rato por el imponente río Irawadi.
El vuelo 917 a Mandalay despegaba sobre las 8:00. Fue un planeo corto, de una media hora.



မန္တလေ – Mandalay, 31 de diciembre
En primer lugar nos dirigimos a Amarapura, al Monasterio Mahagandhayon, donde se celebraba cada mañana una procesión en la que miles de monjes recibían su ración diaria de arroz —y algún extra— de manos de organizaciones y voluntarios donantes. También pudimos pasear por el recinto, viendo como era su día a día. Después fuimos al puente de U Bein, el más largo del mundo (1200 m) construido con madera de teka, que atravesaba el lago Taungthaman.
Más tarde estuvimos en un telar, y desde allí fuimos en barca a Ava, una pequeña isla. Visitamos los monasterios de Bagaya, en el que funcionaba una escuela regentada por monjes, y el Maha Aungmye Bonzan. Después de comer, compramos un buda tallado y regresamos al hotel, el Mandalay Hill. A la caída de la tarde subimos a la colina, para ver la última puesta de sol del año. Aquella noche en el hotel hubo cena especial y una gran fiesta; a la hora que nos vino bien, tomamos las 12 uvas enlatadas y nos recogimos.
မန္တလေ – Mandalay, 1 de enero de 2012
A una hora prudente, salimos de excursión, navegando por el Irawadi hacia Mingún. La primera parada fue en la pagoda inacabada del s. XIX. Después, admiramos la mayor campana del mundo hasta el año 2000, que pesaba unas 90 toneladas, y la fotogénica pagoda Mya Thein Dan. Regresamos entonces a Mandalay, donde comimos.
Por la tarde visitamos la Pagoda Mahamuni, que era la más sagrada para los budistas birmanos y por ello estaba siempre abarrotada. Después dimos una vuelta por el barrio de los marmolistas, en el que me puse manos a la obra. También entramos en un taller en el que se hacía y vendía el pan de oro —para colocarlo en las estatuas—. Por último, visitamos Shwenandaw Kyaung un antiguo palacio convertido en monasterio y la Kuthodaw Paya, con un Tripitaka o código budista en 729 losas de mármol, colocada cada una de ellas dentro de una estupa.
De vuelta al hotel, Zaw Zaw nos llevó a un monasterio desconocido, ajeno al turismo. Al anochecer, unos cincuenta monjes empezaron a salir de todos los rincones e iniciaron una procesión. Sus cantos monótonos, la precisión con que se descalzaron y avanzaron hacia la sala de oración fue un espectáculo sobrecogedor. Solo rompía la armonía el titilar de las bombillitas del Buda que me hipnotizaron.