Castilla-León (2004)

En agosto de 2004 hicimos nuestro segundo viaje a Castilla-León, recorriendo las provincias de Burgos, Palencia, León y Zamora. Tiré varios carretes y también llevé la Kodak digital que tenía muy poca resolución. Estas imágenes estaban olvidadas y las publico ahora (2021) por primera vez.

Salimos de Córdoba el lunes día 2, paramos a comer en Somosierra y por la tarde llegamos a Lerma. Nos alojamos en el confortable hotel Alisa y paseamos por la Plaza Mayor, el Palacio Ducal (un pequeño Escorial de estilo herreriano), la iglesia de San Pedro, el Arco de la Cárcel y el Puente Medieval. Aquella noche nos despachamos un lechazo espectacular y un tinto sin igual. La D.O. Ribera del Arlanza todavía no existía, pero estaban en ello.

Por tierras de Burgos

El martes salimos muy temprano en dirección a Covarrubias. Tuvimos que esperar a que abrieran la ex-colegiata, un edificio cargado de historia en el que reposan los restos del conde Fernán González, nobles y abadesas y hasta una infanta de Noruega. Seguimos camino hasta el Monasterio de Silos. Cuando era niño tuve que memorizar —y todavía recordaba— el soneto de Gerardo Diego a aquel ciprés; lo recité y lo disfruté como nunca.

Proseguimos hasta Salas de los Infantes. Esperábamos ver el arca con los despojos de los siete infantes de Lara, pero Santa María estaba cerrada. Sí le echamos un vistazo y unas fotos a Santa Cecilia. Al mediodía estábamos en Burgos, alojados en el Corona de Castilla. Fuimos en plena siesta a la catedral; había conseguido un permiso para hacer fotos en el interior. Después fuimos al Monasterio de las Huelgas, que ya había cerrado. Acabamos el día junto a la catedral, tapeando.

De Atapuerca a Palencia

El Yacimiento de Atapuerca se descubrió accidentalmente en el s. XIX cuando se abría una zanja para el ferrocarril. Allí fuimos el miércoles para hacer una visita guiada. Después continuamos camino hasta Palencia; siete kilómetros antes de llegar, visitamos la Iglesia de San Juan de Baños, una joya visigótica. Palencia era una ciudad muy tranquila, dominada por el Cristo del Otero; mi prima Tere  —palentina ella—  me mandó muchas postales cuando yo era un crío, y esas vistas no se me habían olvidado. Esta vez nos alojamos en el moderno hotel AC. Dimos un paseo hasta la catedral, donde no permitían hacer fotos (pero alguna sí que hice). «La bella desconocida» era enorme y austera, además de armoniosa en la yuxtaposición de estilos. Me encantó. Después vimos por fuera San Miguel y San Francisco y terminamos el día en una terraza de la Plaza Mayor reponiendo fuerzas.

De Palencia a León

El jueves día 5 salimos muy temprano hacia Támara de Campos. Un amigo me había contado que la iglesia de San Hipólito el Real era una maravilla, así que fuimos a verla. Estaba cerrada y solo la vimos por fuera, igual que el Monasterio de San Miguel. Desde Támara contemplamos en su plenitud la estepa castellana y seguimos viaje hasta Frómista. San Martín era en mis libros de arte la quintaesencia del románico, y pude comprobarlo; San Pedro también mereció la visita. Era el ecuador de nuestro viaje. La siguiente parada fue en Sahagún, ya en tierras leonesas. Preciosas eran sus iglesias de estilo románico mudéjar, San Lorenzo, San Tirso, La Trinidad…

Llegados a León y alojados en el Silken Luis de León, visitamos primero la Basílica de San Isidoro, una joya arquitectónica y sobre todo pictórica; entre la pobre iluminación y la prohibición de hacer fotos, en qué me vi para sacar alguna. A la salida vimos la columna conmemorativa de la Legio VII Gemina, campamento romano que dio origen a la ciudad. A continuación entramos en la catedral, una suma maravillosa de ligereza constructiva y deslumbrantes vidrieras. Después descubrimos otra maravilla, la Casa Botines, una de las tres obras de Gaudí fuera de Cataluña. El mismo don Antonio estaba sentado en un banco frente al edificio, a cinco minutos de la Plaza Mayor y el antiguo ayuntamiento. Terminamos la larga jornada de la mejor manera, entre tintos y cecina.

Entre León y Astorga

El viernes 6 de agosto nos acercamos temprano a San Marcos para visitar el Museo de León, que resultó ser muy interesante. Útiles del Paleolítico y Neolítico, el Ídolo de Tabuyo del Monte, fíbulas y herrajes celtibéricos, monedas e inscripciones romanas (LEGIO VII GEMINA), la Cruz de Peñalba, el Retablo de San Marcelo, el Cristo de Carrizo y el Tríptico de la Crucifixión con San Francisco y San Jerónimo.

Después salimos para Astorga, donde llegamos al final de la mañana. Nos alojamos en el Hotel Gaudí, en frente del Palacio Episcopal. A un paso teníamos la catedral pero estaba cerrada por obras; sí pudimos entrar al museo catedralicio.  Después, a otro paso, teníamos el Palacio Episcopal, construido por Gaudí, que visitamos (tampoco se podían hacer fotos).

Por la tarde estuvimos en el Museo Romano de Astorga, pequeño museo que nos llamó la atención. En los bajos del edificio, «la ergástula» era una galería romana abovedada de 50 m perfectamente integrada.

Este viaje fue el último en el que tiré carretes. También llevaba la primera Kodak digital que sacaba unas fotos con muy baja resolución, aceptable entonces que los monitores eran de 800 x 600 píxeles. La galería se completa con unas tomas de la domus del mosaico del oso y de los pájaros que estaba a unos metros del museo.

Después paseamos por la muralla y nos sentamos a cenar en la plaza. Vimos varios toques en el reloj de los maragatos: dos autómatas con traje regional que martillean las horas en una campana. Al regresar al hotel bajé a hacer unas fotos nocturnas del palacio que se veía espectacular.

Y Zamora

Mal empezamos el sábado 7 de agosto. Al Mondeo se le encendía una luz de peligro. Afortunadamente había cerca un servicio Ford, y pudieron arreglar la avería. Entonces salimos para Zamora, donde llegamos al mediodía bajo un sol de justicia. Nos alojamos en el Hotel Dos Infantas y por la tarde salimos a conocer la ciudad y sus iglesias.

La primera que vimos fue Santiago del Burgo. Seguimos a la Plaza de los Momos, con la «Maternidad» de Baltasar Lobo, escultor zamorano. Más adelante, San Juan Bautista y después La Magdalena, San Isidoro y la Catedral. Entramos en ella y no estaba permitido hacer fotos; le rogué al portero que me dejara hacer al menos una de la cúpula, y accedió.

Seguimos recorriendo la zona del castillo, pasamos por la Casa del Cid y bajé hasta San Claudio de Olivares; Pilar estaba agotada y me esperó arriba. Las últimas iglesias de la ruta fueron Santiago el Viejo, otra vez San Juan (que ya estaba abierta) y Santa María la Nueva.

Terminamos la tarde en el Palacio del Cordón, sede del Museo de Zamora, al que llegamos 15 minutos antes de cerrar. Después paseamos por la orilla del Duero y nos sentamos en una terraza de la Plaza Mayor.

Epílogo: San Pedro de la Nave y el Castillo de la Mota

Domingo 8 de agosto. No podíamos irnos de Zamora sin visitar una de sus maravillas: la iglesia visigoda de San Pedro de la Nave. Fue trasladada desde su emplazamiento original por estar en la zona inundable de un embalse.  Me encantaron los capiteles con escenas bíblicas. Después continuamos camino hacia Medina del Campo, donde visitamos el Castillo de la Mota en el que había una exposición de la Artillería de los Reyes Católicos.

Este viaje nos dejó muy buen sabor de boca, así que al año siguiente volvimos a Castilla-León.

El siguiente viaje: Argentina

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