Etiopia

En diciembre de 2015 estuvimos en Etiopia con nuestros amigos Baltasar y Mariló.  Fue un viaje apasionante pero lleno de incidentes. El primer tropiezo fue en la T-4 de Barajas antes de embarcar. El maletón de ropa prensada, que llevábamos para entregar a la ONG Abay, rodó por una escalera mecánica, arrastrándonos en bucle a los cuatro y nuestras maletas, hasta que alguien paró aquel mecanismo. El vuelo fue tranquilo y nos amaneció en Adís Abeba, capital del país, que cuenta con más de tres millones de habitantes.

Día 23. Addis Abeba, Entoto, Museo Nacional y Merkato

Behailu, nuestro guía traductor, nos recogió en el aeropuerto y después de un descanso en el hotel Nexus nos llevó a dar una vuelta por la ciudad. Subimos al monte Entoto (de unos 3.000 m) donde tomamos un café exquisito. Después paseamos por un mercadillo y fuimos al Museo Nacional de Etiopia, donde se conservan algunos restos de Lucy, una de nuestras primeras antepasadas. Allí recibí un mensaje de llamada perdida desde la residencia donde estaba mi madre; aunque la doctora que la atendía me dijo que hiciera este viaje tranquilo, algo debía ir mal. Acabamos la jornada caminando por Merkato, un enorme mercado al aire libre, con mucho espacio dedicado al reciclaje. Por la noche, entregamos a la ONG el maletón de ropa prensada que habíamos traído y algunos encargos.

Día 24. Nilo Azul, Lago Tana y Monasterio Betremariam

Muy temprano volamos a Bahir Dar. En el aeropuerto recogimos otra furgoneta y nos encaminamos a las Cataratas del Nilo Azul por un camino de ripio infernal. Con los socavones parecía que la camioneta iba a desarmarse… hasta que se averió. Mientras llegaba un vehículo de reemplazo nos pusimos a la sombra y entonces llegaron unos chicos que salían del colegio. Behailu miró sus cuadernos y yo me puse a tontear con ellos.

Llegamos al Lago Tana que es la fuente del Nilo Azul. Navegamos y caminamos hasta las cataratas Tis Abay «agua humeante» y después de comer junto al lago, fuimos al monasterio de la Misericordia, Ura Kidane Mehret, para ver sus pinturas y objetos de culto. Esa noche nos alojamos en el relajante Abay Minch Lodge.

Día 25. Gondar

Salimos muy temprano del hotel; nos separaban 200 km de Gondar , antigua capital de Etiopia, unas 3 horas de ruta por buena carretera. Llegamos al hotel Goha, estupendo, y comimos en The Four Sisters. Por la tarde visitamos la Ciudadela Fasil Ghebi que es Patrimonio de la Humanidad. Recorrimos tranquilamente el Castillo de Fasilides, y otras dependencias, dejando para el final la preciosa iglesia de Debre Birhan Selassie y la Piscina de Fasilides, donde se celebra el Timkat.

Día 26. Axum

Por la mañana ya había electricidad y algo de internet en el hotel. Vi un correo atrasado que me decía que mi madre estaba hospitalizada. A una hora prudente tomamos el vuelo a Axum, otro enclave Patrimonio de la Humanidad. Los Bombardier turbohélice que utilizamos en los 6 vuelos domésticos en Etiopia eran seguros y muy silenciosos.

Visitamos las estelas de granito, que son del periodo precristiano. Después pasamos por la piscina de la reina de Saba, que hoy es un embalse, y vimos la piedra de Ezana, una estela con inscripciones en etíope, sabeo y griego.

Comimos lo que pudimos, unos pinchitos con arroz, en una especie de bar. El plato nacional es la injera, un crepe de harina de teff con cualquier carne o guiso encima, que se come con la mano derecha, ya que la izquierda se usa para otras necesidades 😉

La iglesia copta de Santa María de Sión, a la que no pueden entrar mujeres, guarda el Arca de la Alianza original. Según la leyenda, el hijo de la reina de Saba y el Rey Salomón, la trajo a Axum y es hasta hoy guardada en este santuario. Al lado se construyó una catedral a la que pueden acceder mujeres y hombres. En los alrededores se estaba celebrando un ritual que evocaba los primeros tiempos del cristianismo.

Por la tarde salimos «de tiendas» por la ciudad. Unos chiquillos nos acompañaron un rato; sabían que teníamos dinero para un balón que deseaban y no pararon hasta que se lo compramos. Entonces nos retiramos al Sabean.

Día 27. Lalibela

Era domingo y no madrugamos, ya que el vuelo a Lalibela salía a las 10:45. Nos alojamos en otro hotel, muy nuevo, por un día, ya que el Maribela estaba sobrevendido 🙁  Me daba igual, ya que empezaba a encontrarme mal. En mis viajes he sufrido muchas infecciones intestinales, pero ninguna como esta que incubaba. Por la tarde visitamos el primer grupo de seis iglesias excavadas en la roca.

Día 28. Lalibela

Por la mañana nos dimos una caminata en subida espectacular hasta la iglesia rupestre de Yemrehana Krestos, donde reposan más de 5000 esqueletos de peregrinos de Siria, Egipto y Etiopia, que debieron palmar después de subir la cuesta 😉

Por la tarde tocaba la iglesia de San Jorge, la más conocida de las excavadas, y otras que quedaban cerca. Yo llegué justo a la primera; Baltasar, que estaba peor que yo se había quedado en el hotel. Me hice un selfie y no podía más. Me senté en unas tumbas y las chicas se fueron con Behailu a ver más iglesias, tan felices. Yo deliraba. Recuerdo que unos chavales me preguntaron que qué me pasaba y que si sabía hablar en amhárico, que ellos el inglés lo llevaban fatal. A las dos o tres horas -el tiempo me pareció una eternidad- me recogieron y me llevaron al hotel. Esa tarde-noche acabé con mis reservas de suero oral, y dí no sé cuantos paseos al baño.

Día 29. Vuelos hacia Arba Minch

Amanecí muriéndome a chorros en el Maribela. Camino al aeropuerto paramos en lo que me pareció una ferretería y Behailu me compró 3 comprimidos de Ciprofloxacino, y otros 3 para Baltasar. Al llegar a Addis me estaba entonando, aunque no tenía fuerzas para volverme solo a España, aparte que todos los vuelos estaban completos y sobrevendidos. En Arba Minch echamos la tarde descansando y paseando por el hotelazo, el Paradise Lodge. Después fuimos a la ciudad, que tenía muy poco que ver. Allí celebramos nuestra mejoría con una sopita, un pescadito y tinto del país.

Día 30. Lago Chamo, poblado dorze y criadero de cocodrilos

Fue un día de relax y de reponer fuerzas. El lodge tenía unas vistas espectaculares del lago y bajamos a conocerlo. Vimos muy pocos cocodrilos y algunas aves, pero no mucho más. Los dorze son una etnia asentada en los montes cercanos que aprovecha el ensete (falso bananero) para todo. Yo los vi demasiado civilizados, incluso tenían un hotelito en el poblado que nos mostraron. Acabamos el día en una granja de cocodrilos; aquí sí había docenas 😉

Día 31. Vuelta a casa

Mi madre había empeorado. Me quedaban por ver las tribus del sur, principal objetivo que me propuse al organizar este viaje, pero ahora había una posibilidad de volver a tiempo. Antes de salir para el Valle del Omo me llevaron al aeropuerto. El único vuelo a la capital estaba completo y embarcado, pero pude conseguir una plaza a base de $$$. Para el vuelo que salía la noche de fin de año desde Bole no había problema, iba vacío. Después de 12 horas eternas en la terminal embarcamos dos familias adoptantes, la tripulación y yo. Me tomé varias copas de champagne y dormí hasta Barajas. Lo peor fue cruzar Madrid en el metro, a las 6 de la madrugada del día Año Nuevo, sin que me potaran encima 😉

Epílogo

Llegué al hospital y mi madre estaba mejorando. Después de aquel episodio vivió casi 13 meses más. Pilar, Mariló y Baltasar sufrieron las penalidades del sur durante cinco días. Transcribo algunas anotaciones del diario de Pilar:

«Es un hotel horroroso para gente local, protestamos y nos llevaron a otro mejor, pero poco; una habitación para los 3, por supuesto sin wifi. […] Desayuno café solo con pan solo, gracias que teníamos aceite, y nos lo querían cobrar, a pesar de estar incluido. […] Otro hotel sin wifi ni electricidad que iba y venía. […] Cuatro o cinco horas por un camino de cabras…»

El 5 de enero, después de un vuelo eterno (el avión despegó sin combustible y tuvo que repostar en El Cairo) Pilar llegó a Córdoba. Es el mejor regalo de reyes que he tenido en mi vida ❤

De las fotos que tomaron os dejo esta selección.

El siguiente viaje: Uzbekistán

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