Después de visitar Sigüenza y Soria, estuvimos en La Rioja del 3 al 6 de agosto de 2007. Los comentarios que siguen son de la publicación original que escribí al volver del viaje.
3 de agosto, Calahorra
La primera parada la hicimos en Calahorra, una ciudad que ya era importante durante la dominación romana. Lamentablemente, el museo, con miles de piezas ibéricas y romanas, estaba cerrado por reformas. También estaba en obras la Catedral de Santa María, renovando su pavimento. Así que en un rato vimos la iglesia neoclásica de Santiago, también, delante del Ayuntamiento, la estatua de Quintiliano, un orador nacido aquí; y la matrona que representa la heroicidad de Calahorra, a un paso del parador en el que nos alojamos. Lo que sí disfrutamos fueron las verduras que se cultivan a orillas del Cidacos, un lujo para los sentidos.
3 de agosto, Logroño
Después de la siesta, decidimos adelantar programa y nos fuimos a Logroño. A orillas del Ebro, es confluencia de rutas jacobeas y capital de La Rioja. Nos encontramos una excelente exposición, en cinco sedes, sobre la historia, el arte, y los productos de esta rica tierra.
Vimos la iglesia de San Bartolomé, del S. XIII, la más antigua de la ciudad; su portada era toda una lección de Historia Sagrada. Después entramos en la Concatedral de la Redonda, construida en el S. XVI seguramente sobre un templo románico, que conservaba interesantes obras de arte. La iglesia de Santiago, junto a la fuente de peregrinos (estamos en pleno Camino de Santiago) tiene en el piso un juego de la oca, también con motivos jacobeos. En el interior destaca un gran retablo del siglo XVIII, con escenas de la vida del apóstol. En su centro se venera una estatua de Santiago de tamaño natural, realizada durante el siglo XIV. Allí estaba la virgen de la Esperanza, gótica del siglo XII, patrona de la ciudad. Tomamos un refrigerio frente al Parlamento de La Rioja y nos asomamos a ver el Cubo del Revellín, pero eran más de las 8 y dejamos la visita para el día siguiente.
4 de agosto, Logroño
La calle Portales es el eje del casco antiguo, comercios centenarios, tascas acogedoras y algún que otro palacio, como el de los Chapiteles, que fuera Ayuntamiento. Bien desayunados y antes de que subiera la temperatura, nos atrevimos con los 135 escalonazos de la torre norte de para tener otra perspectiva de la ciudad, siempre dominada por las iglesias de Santiago y de Santa María de Palacio, nuestro siguiente descubrimiento en el que hay que quitarse el sombrero. En su marco incomparable, además de sus tesoros, un montaje multimedia excepcionalmente bueno, nos ayuda en apenas una hora a comprender la historia y la esencia de esta tierra y de su gente. Después, en una de las sedes de la exposición (en el Cubo), gracias a un fotomatón, entramos a formar parte de este evento. Más tarde, llegamos al puente de piedra, por el que transitan los peregrinos desde hace siglos, y al ayuntamiento, que Moneo diseñó sin complicarse la vida… Por fin, lo del Mercado Municipal fue un remate muy interesante para todo lo que habíamos visto. Un «10» para la organización, audiovisuales muy trabajados en el espacio apropiado. Lástima que me perdiera el curso de cata que se estaba desarrollando…
4 de agosto, Nájera
A la hora de comer ya estábamos en Nájera y a las 3 abría Santa María la Real, una sinfonía en piedra, donde descansa buena parte de la realeza medieval… El Claustro de los Caballeros alberga innumerables tumbas de nobles familias riojanas, navarras y vascas de los siglos XVI al XVIII, entre ellos está el sepulcro de Doña Mencía López de Haro. También en el Panteón de Infantes está el de doña Blanca de Navarra. Y al lado, la cueva donde Don García (en posición orante) encontró la figura de la Virgen que dio origen a la fundación del monasterio. Conviene aclarar que el Panteón Real es renacentista (plateresco), muy posterior a la vida y muerte de los reyes y reinas que en él descansan. Como remate de la visita, el retablo mayor (barroco) es exuberante. En el centro, Santa María la Real, obra maestra del románico riojano.
4 y 5 de agosto, Haro
A las 5 de la tarde llegamos a Haro y nos alojamos en Los Agustinos, un convento renacentista hábilmente reconvertido en hotel. Haro estaba en fiestas, bodegas cerradas y todo el pueblo en la calle. Aún así pudimos visitar la Estación Enológica (muy interesante) y disfrutar de su gastronomía.
A la mañana siguiente —era domingo— todo seguía cerrado, incluso la iglesia de Santo Tomás que tampoco pudimos visitar. Pero sí habíamos reservado una visita en Briones, hacia donde salimos temprano.
5 de agosto, Briones
El Museo de la Cultura del Vino es una visita imprescindible. A unos kilómetros de Haro, junto a Briones, la familia ‘dinastía’ Vivanco ha devuelto al vino lo que de él recibió. Una lástima que no permitieran hacer fotos en el interior.
5 de agosto, San Millán de la Cogolla
Millán es un pastor que nace en el cercano Berceo en 473; después de una vida eremítica, muere en 574 y es enterrado en su cueva de Suso. Con el tiempo este eremitorio llega a ser un pequeño convento y Millán es el primer santo y patrono de Castilla. El rey D. García, el de Nájera, ordena el traslado de sus restos a Santa María la Real, pero los bueyes que arrastran la carreta se quedan clavados al llegar al valle. Aquí ordenará este rey la construcción de un nuevo monasterio, el de Yuso. La obra actual es de los siglos XVI y XVII y en una de las celdas nos alojamos.
La visita de Yuso es interesantísima. Visitamos la sacristía que es preciosa y vimos la arqueta que contenía los restos de San Millán, expoliada por las tropas francesas. Afortunadamente los soldados desconocían el valor de los marfiles y no los robaron. En el oratorio de los frailes agustinos recoletos están los restos de San Millán y San Felices (patrono de Haro); la arqueta es del S. XX, pero los marfiles son los originales.
En el cercano monasterio de Suso, que visitamos por la tarde, un monje del S. XI dejó escritas en el margen de un códice que copiaba las primeras palabras que se conocen en castellano y euskera; el original se encuentra en Madrid, en la Academia de la Historia. Aquí en Suso están las tumbas de los Siete Infantes de Lara (o de Salas) y de su maestro, Don Nuño Salido. Sus cabezas, después de colgar en una calleja cordobesa, reposan en la iglesia de Salas de los Infantes (Burgos). La singular iglesia muestra superpuestos distintos estilos, visigodo, mozárabe y románico.
5 de agosto, Abadía de Cañas
Yuso invitaba a quedarse. Desde nuestra celda de la hospedería la vista no podía ser más agradable y relajante. Pero aquella tarde hicimos una escapada a Cañas, muy cerca de San Millán. La abadía es una buena ocasión para disfrutar del gótico cisterciense. Doña Urraca López de Haro y Ruiz de Castro, siendo abadesa, construyó la obra en el S. XIII. Declarada beata, su cuerpo incorrupto reposa en la sala capitular. Entre las reliquias de la abadía, las cabezas de algunas de las once mil vírgenes martirizadas con Santa Úrsula, y que según nos contó un fraile no debieron ser más de una docena.
6 de agosto, Badarán y Santo Domingo de la Calzada
En nuestra última cena en el Asador de San Millán, descubrimos un crianza excepcional que elabora David Moreno en el cercano Badarán. David renunció a su trabajo de ingeniero en la SEAT de Barcelona y volvió a su pueblo para realizar el sueño de su vida, y vaya si lo ha cumplido… Además de cargar varias cajas, pudimos visitar la bodega, el comedor y un Club del Vino que tiene para alojar barricas particulares y compartirlas con los amigos.
Después hicimos otra breve parada en Santo Domingo de la Calzada. La torre de la catedral, de 70 m. de altura, es la tercera que se construye. Sirve de faro y guía a los miles de peregrinos ya próximos a tierras burgalesas. Aquí Santo Domingo, que no había sido admitido en los monasterios de Valvanera y San Milán, se hizo ermitaño y levantó ermita, puente y hospital (hoy parador). En la catedral no se podían hacer fotos, aunque alguna hice, en especial al famoso gallo.