Madeira

Íbamos a pasar en Madeira el puente de Andalucía de 2010, pero el 20 de febrero, un devastador temporal causó casi 50 muertos y unos daños incalculables. TAP y Meliá contactaron con nosotros para posponer el viaje, que finalmente pudimos hacer durante la feria de Córdoba, a finales de mayo. El miércoles 26 por la tarde volamos desde Sevilla a Lisboa y desde allí a Funchal. En el aeropuerto cogimos un taxi para que nos llevara al Meliá Madeira Mare, un cinco estrellas increíble.

Jueves, 27 de mayo

Después de un desayuno espectacular, salimos del hotel —en el Paseo Marítimo de Lido— y alquilamos un Clio para movernos por la isla. Empezamos dando una vuelta por el centro y después subimos al Jardín Botánico, una sinfonía de colores increíble. La tarde fue de SPA y tranquilidad.

Viernes, 28 de mayo

Empezamos otro día en Funchal, visitando la Catedral y el Mercado dos Lavradores, en el que había unas frutas que nunca antes había visto. Los abundantes puestos de flores eran un regalo para la vista.

Seguimos con la visita a Câmara de Lobos, un pueblecito pesquero muy pintoresco. En el puerto no había mucha actividad.

Después fuimos a Monte, en la parte alta de la ciudad. En los alrededores de Nuestra Señora de Monte estaban los carreiros, que ofrecían bajadas a Funchal en unos carros de mimbre. Mientras les llegaban los clientes, jugaban con las cartas.

La última visita del día fue a Santana, una localidad situada en la costa norte de Madeira. Era muy conocida por sus palhoças, o casas de paja.

Sábado, 29 de mayo

El sábado seguimos nuestras visitas en Funchal: la Iglesia de San Pedro, el Convento de Santa Clara, fundado en 1496, y el Museo de la Quinta das Cruzes, dedicado a las artes ornamentales.

También visitamos las bodegas Blandy y nos fijamos en rincones que habíamos pasado por alto. Por la tarde fuimos al puerto y buscamos una taberna para despedirnos de Madeira; fue en el Café del Museo. Por cierto, había una concentración de tunas que animaron bastante nuestra última noche en la isla.

Domingo, 30 de mayo

Finalizada nuestra estancia, dejamos el hotel, devolvimos el coche en el aeropuerto —que tenía parte de sus pistas literalmente sobre el mar— y volamos de nuevo a Sevilla, vía Lisboa.

El siguiente viaje: Bulgaria

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