Sigüenza fue una escala técnica en nuestra ruta hacia Soria y La Rioja a finales de julio de 2007. Sigüenza estaba situada estratégicamente para controlar el paso del alto Henares y los valles de los ríos Dulce y Salado. Esta es la razón por la que estuvo poblada ya desde tiempos inmemoriales. Llegamos a mediodía y nos alojamos en el castillo —que era parador— . Entonces salimos a recorrer calles y plazas, todas ellas encantadoras, pero hacía un calor asfixiante. Comimos y volvimos al castillo, a pasar la siesta.
La Catedral era una visita obligada, pero estaba prohibido hacer fotos; solo hice una furtivamente al sepulcro del Doncel. A pesar del calor seguimos disfrutando del ambiente renacentista y barroco de calles y plazas, que se reflejaba en palacios y casas, que se percibía en conventos y ermitas. Otra de las visitas que hicimos en Sigüenza fue Nuestra Señora de los Huertos. En fin, dimos vueltas hasta que nos anocheció.
A la mañana siguiente me asomé a la ventana de la habitación para despedirme de esta ciudad que tanto me había sorprendido. Después, dejamos el parador, subimos al coche y salimos por la calle del Portal Mayor rumbo a Soria.