Cuenca

Estuvimos en Cuenca un fin de semana de febrero de 2006. Teníamos vales de hotel a punto de caducar y allá que nos fuimos un sábado muy temprano. Antes de llegar a Cuenca, dimos un pequeño rodeo para visitar Segóbriga. Esta pequeña ciudad en el centro de la península, tuvo una importancia enorme durante el Imperio. Después de visitar el Parque Arqueológico y su pequeño museo, en Saelices hicimos una parada en «Las Termas de Segóbriga», un agradable restaurante en el que tomamos contacto con la gastronomía del lugar: sopa castellana y morteruelo.

En Cuenca nos alojamos en el hotel Alfonso VIII. Después de descansar un rato salimos a ver la ciudad, Patrimonio de la Humanidad. El casco antiguo estaba encaramado en un cerro, pero un pequeño autobús nos subió hasta el castillo, en lo más alto. Visitamos dos museos interesantísimos, el Provincial y el de Arte Abstracto. De noche, Cuenca estaba preciosa, en especial a Plaza Mayor y las Casas Colgadas.

Museo Provincial de Cuenca

El Museo Provincial de Cuenca era pequeño, pero con un enfoque didáctico muy interesante. Me encantaron sus objetos celtibéricos y naturalmente los romanos, procedentes de Segóbriga.

Museo de Arte Abstracto Español

En las conocidas Casas Colgadas se encontraba este singular museo de Arte Abstracto. En él están representadas casi todas las vanguardias españolas del s. XX, y en mi opinión algunas piezas debían estar guardadas en los sótanos. Durante la visita busqué una obra en especial de Tàpies, «Dos placas de cartón simétricas» (1960), que le hacía mucha gracia a mi profesor de Historia del Arte, y que eran dos planchas de cartón, eso sí, con un rasguño muy artístico. Todavía estaba la exposición temporal «Lichtenstein en proceso» una interesantísima muestra de bocetos del genial artista.

Como la tarde del sábado la Catedral había cerrado muy temprano, el domingo 12 por la mañana subimos de nuevo a la Plaza Mayor. Sólo entré unos minutos, y pude hacer algunas fotos. En las vidrieras modernas destacaban los tintes melocotón, poco usuales (Rueda, Torner, Bonifacio, 1991) que daban al conjunto unas tonalidades muy cálidas. Me pareció un gótico muy fresco y juvenil. A continuación hicimos una rápida visita al Museo Diocesano.

Museo Diocesano

El tercero de los museos de Cuenca que visitamos fue el Diocesano, en el que vimos una completa colección de arte sacro, en la que destacan unas tablas del s. XV atribuidas a Juan de Borgoña y dos lienzos de El Greco. De siempre me encantó El Cristo con la Cruz, óleo sobre lienzo de 49 x 40 cm, una obra tardía firmada en la cruz a principios del S. XVII. El sobrecogedor brillo de esos ojos bien merecería por sí sólo un viaje a esta ciudad.

Después dimos una última vuelta por la ciudad y nos dirigimos a la Ciudad Encantada, una visita muy recomendable. Hacía buen tiempo y dimos un relajante paseo. En equilibrios imposibles encontramos unas rocas muy divertidas.  De regreso a Córdoba, cerca de Tarancón, paramos a comer en el Hotel El Prado, a base de queso frito, pisto manchego y unas chuletas de cordero que todavía recuerdo.

El siguiente viaje: Kenia

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