A lo largo de los años vamos atesorando —en mayor o menor medida— registros de imagen y sonido (fotos, películas, cintas, discos o cualquier otro soporte). El tiempo que nos ha tocado vivir estimula el consumo y el acaparamiento, pero no nos educa para el reciclaje. Esta situación nos convierte lenta e inexorablemente en pequeños o grandes Diógenes. Entonces, ¿qué pasará con todo este material cuando ya no estemos? ¿alguien pondrá en valor nuestros recuerdos, nuestro trabajo creativo o terminará todo en un basurero? ¿Por qué no irnos currando ya nuestro legado digital?
Para ir solucionando esta papeleta, y sobre todo para disfrutar del material acumulado —ahora que tengo más tiempo— estoy trabajando para digitalizarlo, organizarlo y finalmente, reciclarlo . El proceso está siendo muy entretenido. Por si a alguien le interesa, lo explicaré paso a paso, para cada uno de los soportes que he procesado.
Digitalización de archivos de audio
Hace años que tenía capturados los audios de mis vinilos y casetes. Solo conservo como recuerdo un disco sencillo de 45 RPM, una cassette y varios cedés que “indulté” y que de vez en cuando pongo en una minicadena que todavía funciona. Los demás discos los regalé a algunos amigos o los doné a Madre Coraje. Los archivos FLAC y MP3 que conseguí, ahora están en un servidor NAS (una especie de nube doméstica) y así escucho esta música incluso más que antes. Todos los DVD de datos pasaron su información a discos duros, fueron triturados y acabaron en un punto limpio de SADECO.
Películas de Súper 8
En los años 80 era lo que había. Como el precio de las bobinas de tres minutos era considerable y yo me apañaba con las fotos, apenas tiré una docena de cintas. Con la llegada del vídeo en los 90, hice el primer intento de captura, grabando directamente lo proyectado en una pantalla; el resultado fue mediocre. Otra tentativa más reciente que encargué a un amigo profesional de Málaga, tampoco me convenció: los colores se estaban desvaneciendo y aparecían hongos por los laterales de los cuadros. Finalmente, otro amigo —pionero sevillano del súper 8— me prestó su escáner Reflecta. Tuve que lavar y secar las cintas; después hice el escaneo cuadro a cuadro durante varias semanas, con múltiples atascos y atranques. Los escaneos descansan en un disco duro, esperando que un día me ponga con ellos, ya que hay que recomponer la película en un proceso bastante laborioso. Las cintas fueron trituradas y recicladas adecuadamente. Aquí dejo unas fotos del proceso y un vídeo del escáner en faena.
Cintas de vídeo
De casi todas las grabaciones que había hecho en los 90 conservaba copias o cintas originales. Pero no tenía como reproducirlas. Cámaras y magnetoscopios dejaron de funcionar hace años. Tuve que rebuscar y comprar en Ebay un viejo Betamax y una cámara Digital8 (ya descatalogada). Hice las capturas con un PC especialmente dedicado a ello, provisto de una tarjeta Pinnacle que incluía el programa Studio 9 (después compré el 12 y ahora uso el 24). Una vez digitalizadas, las cintas fueron destruidas y recicladas. La mayoría de los MP4 se pueden ver en la página del proyecto telepuebla.
Diapositivas
Conservaba unas 5000 diapositivas. Empecé a digitalizarlas con mi viejo escáner Minolta, hasta que petó. Tuve que acabar el trabajo con un Reflecta RPS 10M que me prestaron, con el que obtenía archivos TIF de 4000 px. Todas las diapos, separadas de marquitos y fundas acabaron —como no podía ser de otra manera— trituradas y entregadas en el punto limpio.
Fotografías y negativos
Tenía una cantidad enorme de fotografías, unas organizadas en álbumes y otras en cajas y cajones; la mayoría habían empezado a perder el color. Los álbumes amarilleaban, en especial los de hojas adhesivas de los 80. No tenía sentido conservar ese desorden de imágenes, ni esas cajas de negativos, un soporte cada vez más obsoleto. Me puse manos a la obra con la digitalización.
El primer paso fue organizar los negativos. Los anteriores a 1976 estaban sin fechar y bastante mezclados, por lo que tuve que hacer un trabajo de “arqueología”, cotejando las tiras para recomponer las secuencias, y no digo”carretes” porque en aquellos años compraba la película en latas de 30´5 m. Después tuve que datarlos buscando referencias. Afortunadamente, los posteriores al 76 estaban bien archivados y fechados (unos 2.300 rollos). En la selección hice varios grupos:
- Carretes familiares. Una vez procesados fueron destruidos y las fotos están disponibles en álbumes privados de Google Fotos.
- Carretes de los colegios y pueblos por los que había pasado hasta 2002. Fueron reciclados y están disponibles en https://joaconde.net/maestro/
- Carretes de mi etapa de fotógrafo profesional. Están esperando un nuevo repaso antes de su destrucción.
- Carretes de viajes. Ya están todos publicados en https://joaconde.net/viajes/
Primeras pruebas de digitalización
El escáner de Reflecta, que tan bien se portó con las diapositivas, se atragantaba con las tiras de negativos (sobre todo las de blanco y negro) por lo que lo devolví. No había en el mercado ningún aparato que me sirviera, así que me puse a experimentar… Un amigo me había dicho hacía tiempo que probara a hacerles fotos contra una caja de luz. Lo hice y funcionaba. Al principio fue con un Fujinon 60mm 2.4 Macro, pero me sacaba el fotograma con mucho margen, y perdía mucho tiempo al recortar. Hice la página de nuestro viaje a China en el 97 y fue pesadísimo. Probé entonces con unos anillos de extensión 16+11 y ya sacaba solo el fotograma, pero descubrí que me desenfocaba en los bordes
La solución definitiva
Al final, opté por comprar de segunda mano un objetivo Fujinon XF80 mm, macro 1:1, y fue la solución. Utilicé una tabla plastificada para soportar la caja de luz (parcialmente tapada para no deslumbrarme) y desplazar/apoyar el conjunto cámara-objetivo. Para nivelar la Fujifilm X T2 le puse una pieza de rótula de trípode, y para conseguir la altura perfecta, lo nivelé con una cajita de tarjetas SD sujeta con dos bridas.
Y así fotografié cada negativo (exposiciones de 1 a 3 segundos a f/22) y después los modifiqué con varias acciones de Adobe Photoshop. De cada archivo procesado obtuve una copia de 6000 px que guardé en mi nube y otra de 1600-1800 para las galería que voy subiendo a WordPress.
Además, cada etapa que iba digitalizando se completaba con la reproducción del álbum (si es que lo había) y la destrucción y reciclaje de todas las fotos en papel, según se puede ver en el siguiente vídeo.
Estos álbumes, una vez digitalizados, no amarillean y ocupan muy poco espacio 😉
Y lo último del proceso fue destruir los negativos y llevarlos a un ecoparque.