Lisboa

Lisboa fue uno de mis primeros viajes al «extranjero». Pasé el mes de julio de 1978 haciendo campañas publicitarias por Extremadura; los fines de semana cruzábamos la frontera y viajábamos hasta la capital. Portugal era un país barato y muy atractivo. Hacía solo cuatro años de la Revolução.

En julio de 1981 Pilar y yo pasamos allí nuestra luna de miel; pero en aquella ocasión hicimos muy pocas fotos.

En 2009 hicimos de nuevo el viaje, esta vez en nuestro coche y nos alojamos en el hotel AC, muy cerca de Marqués de Pombal.

Lisboa, 5 de agosto

A media tarde salimos a pasear por la Avenida da Liberdade y llegamos a la Praça dos Restauradores. Seguimos hasta la Praça de Dom Pedro IV, con la Estação do Rossio, edificio de 1887. Por la Rua do Ouro, repleta de añejos establecimientos, llegamos a la Praça do Comércio, que estaba en obras. Compramos una LISBOACARD y tomamos un tranvía, el eléctrico 28 como lo llaman aquí, para subir al Bairro do Castelo. Aunque estaba a punto de cerrar, entramos en el Castelo de São Jorge. Las vistas de la Alfama, la Baixa y el Tajo eran inmejorables, en especial a esta hora. Más tarde bajamos a la Praça de Dom Pedro IV, donde vimos el Teatro Dona Maria II, y apreciamos el típico enlosado presente en toda la ciudad. Aquella noche cenamos un bacalhau à brás espectacular y después volvimos al hotel en metro.

6 de agosto, mañana

Empezamos visitando el Parque das Nações, lo que quedaba de la Expo ’98. Inaugurado aquel mismo año, el Ponte Vasco da Gama era el más largo de Europa, con sus 17,2 Km, de los cuales 10 estaban sobre las aguas del estuario del Tajo.

Después fuimos al Museu Nacional do Azulejo, que exponía una extensa colección, con más de siete mil piezas desde el siglo XV a la actualidad. Las salas estaban dispuestas en dos pisos en torno al claustro mayor de un convento. Me encantó Nossa Senhora da Vida, un retablo manierista del S. XVI, con más de mil azulejos; curiosas las Simetrías Secretas, de la mallorquina Margalida Escales (era una exposición temporal); y sobre todo el azulejo Lisboa hacia 1740, una panorámica de la ciudad antes del terremoto de 1755, del que compré una réplica a escala. También había otra exposición temporal de cerámica china.

Por la tarde fuimos a Belém, al Mosteiro dos Jerónimos. De estilo manuelino, fue encargado por el rey Manuel I de Portugal (1515-1520) para conmemorar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama. Se financió gracias al 5% de los impuestos obtenidos de las especias orientales, a excepción de los de la pimienta, la canela y el clavo, cuyas rentas iban directamente a la Corona. En los Jerónimos estaban también las tumbas del poeta Luís de Camões y del navegante Vasco da Gama.

La Casa Pastéis de Belém elaboraba diariamente unas diez mil tortitas de nata; la cola era enorme y el calor sofocante, así que pasamos de largo. El Monumento a los Descubrimientos fue construido en 1960 para conmemorar los 500 años de la muerte de D. Henrique el Navegante. Subimos en el ascensor a la terraza, desde donde se veía una panorámica increíble del río Tajo. Por último nos acercamos a la torre de Belém, que sirvió como centro de recaudación de impuestos para poder entrar a la ciudad.

7 de agosto

Empezamos la mañana en el elevador de Santa Justa. Construido entre 1900 y 1902, permitía subir sin esfuerzo desde la Baixa a Chiado. Allí arriba, la mayor iglesia gótica de la ciudad quedó en ruinas en el terremoto de 1755 y era uno de los principales recuerdos del desastre. Actualmente, en las ruinas estaba el Museu Arqueológico do Carmo. Después bajamos a Santa Maria Maior o Sé de Lisboa, la iglesia más antigua de la ciudad. Construida en 1147, ha sobrevivido a varios terremotos.  Afonso Henriquez y el cruzado inglés Gilbert de Hastings, primer obispo de Lisboa, después de conquistar la ciudad a los moros decidieron su construcción sobre una antigua mezquita, según testimoniaban los restos descubiertos en el claustro. En la Rua das Portas de Santo Antão abundaban los restaurantes para turistas, pero aquel día comimos en la Casa do Alentejo, en un palacete neo-árabe muy pintoresco.

Después tomamos un café en el Hard Rock y en Restauradores, casualmente, nos encontramos a Víctor, hijo de unos buenos amigos de Sevilla. Por la tarde paseamos por el Parque Eduardo VII, con pocas sombras y desnivelado; desde arriba se veía una de las perspectivas más interesantes de la ciudad. Antes de volver al hotel estuvimos un rato en las rebajas.

8 de agosto, por los alrededores de Lisboa

Palacio Nacional de Queluz

Es uno de los principales palacios de la familia real portuguesa, que a partir de su construcción se convirtió en la principal residencia de los miembros de la Casa de Braganza. Lo hizo construir en 1747 el infante, y después rey, Pedro III. Conocido como el Versalles portugués, la participación de los mejores arquitectos, decoradores y jardineros de Europa ayudaron a convertir el recinto del Palacio Real en un referente de la arquitectura palatina del siglo XVIII. A pesar de la influencia francesa e italiana, el palacio tiene rasgos típicamente portugueses, como son los azulejos.

Sintra y el Palacio da Pena

A treinta kilómetros de Lisboa, Sintra es un oasis de tranquilidad, un regalo para todos los sentidos. Lugareños y turistas acuden en masa, en especial los fines de semana, desvirtuando lo idílico de este entorno. El Palacio da Pena es una de las siete maravillas de Portugal. Construido en 1836 por orden del príncipe Fernando II de Portugal, con estilos que van desde el neogótico, el neomanuelino, el neoislámico, el neorenacensita a la arquitectura colonial, y representa un palacio de cuento.

Museo Nacional de Arte Antiguo

De vuelta a Lisboa, visitamos este «prado» portugués, que exponía una colección de pintura y artes decorativas muy interesante, destacando São Jerónimo de Albrecht Dürer, un Apostolado de Francisco de Zurbarán y Tentações de Santo Antão de Jheronymus Bosch.

Domingo, 9 de agosto

Al día siguiente volvimos al museo para contemplar los Painéis de São Vicente, tablas atribuidas a Nuno Gonçalves, que no se podían fotografiar. Tomé fotos de São Vicente atado à Coluna, del mismo pintor; del Retábulo de Santos-o-Novo, atribuido a Gregório Lopes; de la Adoración de los pastores, de Josefa de Óbidos; de la Família do visconde de Santarém, de Domingos António de Sequeira; y del São Leonardo de Andrea della Robbia.

Después nos fuimos a las playas de Cascais, a 15 minutos del centro, atravesando el Ponte 25 de Abril. Por la tarde, subimos en el Elevador da Gloria desde Restauradores al Miradouro de São Pedro de Alcântara. Y después, bajamos a Rosio caminando por la Calçada do Duque, con unas vistas impresionantes. Rematamos el día con unas cervecitas en A Brasileira, uno de los cafés más conocidos del Chiado.

10 de agosto, más excursiones

Coimbra

El lunes, día de cierre de museos y monumentos, dimos una escapada hacia el norte. A unos doscientos kilómetros, Coimbra es una ciudad provinciana, con 150.000 habitantes y una Universidad que la hace célebre en todo el mundo. La Igreja de Santa Cruz, fundada en 1131, es un templo de una sola nave con capilla mayor. Se celebraba misa; el sacerdote hablaba del martirio de San Lorenzo… La Sé Velha es uno de los edificios de estilo románico más importantes de Portugal. El retablo, en estilo gótico flamígero, es el mejor de los retablos de este tipo en Portugal. A continuación subimos a pie hasta la Universidad; la visita fue muy rápida, ya que el calor arreciaba.

Batalha

El Convento de Santa Maria da Vitória (también conocido como Monasterio de Batalha) fue mandado edificar por el rey Juan I como agradecimiento del auxilio divino y celebración de la victoria en la Batalla de Aljubarrota, contra los castellanos, en 1385. Tardó más de un siglo en ser construido, empezándose en 1386 y terminándose en 1517, durante el reinado de siete reyes. Allí vimos la tumba de Juan I en la Capela do Fundador, la Sala do Capítulo con Tumba del Soldado Desconocido, en la que cada hora se hacía el relevo de la guardia y las Capelas Imperfeitas (Capillas Inacabadas), testimonio de que el monasterio nunca fue terminado; allí el Rey don Duarte (1403-1438) y doña Leonor de Aragón, estarán juntos para siempre… a pleno sol.

Óbidos

Óbidos debió ser el pueblo más pintoresco de todo Portugal… ¡hasta que llegó el turismo! A la caída de la tarde, docenas de autobuses abandonaban el lugar, y el paseo que dimos por sus callejuelas fue muy agradable.

11 de agosto, Sintra y despedida de Lisboa

El último día en Lisboa volvimos a Sintra para visitar la Quinta da Regaleira, también llamada Palácio do Monteiro dos Milhões (Palacio de Monteiro el de los Millones) por el apellido de su primer propietario. El palacio estaba en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Carvalho Monteiro, ayudado por el arquitecto italiano Luigi Manini, construyó el palacio, jardines, lagos, grutas y edificios enigmáticos, lugares relacionados con la alquimia, la masonería, los templarios y la rosacruz. La quinta evocaba las arquitecturas románica, gótica, renacentista y manuelina. Estuvimos tan relajados que se nos pasó bajar al pozo iniciático.

Museu Calouste Gulbenkian

No podíamos marcharnos de Lisboa sin visitar este museo. Calouste Gulbenkian un ingeniero y empresario armenio nacionalizado británico, fue uno de los pioneros en el desarrollo del sector petrolífero en Oriente Medio. La riqueza que acumuló le permitió satisfacer su pasión por las obras de arte. Durante la II Guerra Mundial se instaló en Portugal y a su muerte legó sus bienes a este país, en forma de una fundación, localizada en su antigua residencia.

Por la tarde estuvimos en la Igreja de Santa Engrácia, destinada a Panteão Nacional; estaba llena de cenotafios de los héroes nacionales. Había una exposición temporal sobre Amalia Rodrigues, cuyos restos reposaban en este lugar desde 1999.

Y para despedirnos de Lisboa tomamos de nuevo el eléctrico 28 hasta el Miradouro de Santa Luzia, sin duda uno de los lugares más bellos de Lisboa. San Vicente, cuyos restos viajaron en el medievo desde Valencia hasta aquí, pasando por el cabo que lleva su nombre, desde allí domina y protege la ciudad de la que es patrón.

El siguiente viaje: Zaragoza

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