Looking for something british at the British Museum…
Visité el Museo Británico por segunda vez en mayo de 2012. Pasaba unas minivacaciones en Cambridge con mis cuñados y el último día pude darme una escapadita a Londres. La primera vez que fui, en marzo de 1999, solo tuve tiempo de echar un vistazo, apabullado por la cantidad de obras que se exponían.
Cuarenta y cinco minutos en tren y un agradable paseo desde la estación de King’s Cross y ya estaba otra vez en el Museo Británico, trece años después. En Londres me llamó la atención la cubierta de la estación, un horrible remedo del Erecteión y la estatua de Gandhi, con sus ardillas, en un jardín junto al museo. Una vez dentro, solo quería disfrutar de aquel montón de arte global, y de paso seguir conociendo mi Fujifilm X-100.
Vagué por casi todas las salas del museo. Volvía a ver la piedra de Rosetta, grabada en jeroglífico, demótico y griego y la leona herida en las vértebras, que recordaba de mis libros escolares. Uno de los visitantes me preguntó por la cámara y tuve que dejársela un momento, en el que me tiró una foto. Después de comer allí mismo —hasta el café se pagaba con tarjeta— di una última vuelta por el mundo islámico, por Egipto, hasta que finalmente encontré algo realmente británico: las medallas de la olimpiada de Londres 2012 😉