Viajamos a Teruel en la Semana Santa de 2018. Aunque el objetivo principal era documentar la Ruta del Tambor y el Bombo del Bajo Aragón —que tiene página propia en el enlace de arriba— dedicamos unos días a conocer Teruel y Albarracín. A Teruel llegamos el sábado 24 de marzo y nos alojamos en el Mudayyan, céntrico hotel en un edificio con mucha historia. Desde el domingo por la tarde hasta el martes estuvimos en Albarracín, en el hotel La Casa del Abuelo. Y había una razón para alojarnos ahí. Pilar, la cartera que llevaba la correspondencia a mi colegio, a la que casi siempre le abría yo la puerta, era de Albarracín; muchas veces me había dicho que su pueblo era precioso, así que cuando supo que íbamos a visitarlo, me insistió en que nos alojáramos en casa de su amiga Rosa, y me dio su teléfono. El hotelito es una monada y Rosa, una chica muy detallista y atenta. Quedarnos allí fue un acierto.
Teruel es una ciudad encantadora. Además del célebre Mausoleo de los Amantes, tiene una colección de iglesias y edificios mudéjares impresionante. En 24 horas nos dio tiempo a visitar los más importantes, e incluso su Museo Povincial. También disfrutamos en lo gastronómico, sin olvidar los vinos, que han mejorado mucho en los últimos años.
El Museo de Teruel
El Museo de Teruel exponía interesantes restos del patrimonio provincial. También había una exposición temporal conmemorativa del 80º aniversario de la Batalla de Teruel.
Albarracín y Alcañiz
Albarracín y su sierra son dos tesoros que desconocía. El pueblo conserva su identidad y un perfil casi medieval. En especial cuando cae la tarde y se marchan los turistas, se respira un ambiente muy especial.
De las 9 localidades del Bajo Aragón que recorrimos durante la Semana Santa, he puesto solo unas fotos de Alcañiz, que es la localidad más monumental.