Turquía

Viajamos a Turquía en la Semana Santa de 2009, visitando Estambul, Ankara y Capadocia. Casi todos los circuitos ofrecían además la costa del Egeo, pero aquel año las piscinas de Pamukkale estaban secas y ya conocíamos Kusadasi del crucero por las islas griegas. Así que completamos la semana con tres días extra en Estambul. Allí volamos el domingo 5 de abril y al llegar nos trasladamos al Hotel Marmara Pera.

Estambul, 6 de abril

Sobre las 6:30 comenzaron a sonar las megafonías de las mezquitas, llamando a la oración. Nuestra jornada empezó más tarde, acudiendo a la iglesia de San Salvador de Cora. Después visitamos la Mezquita Azul (o del Sultán Ahmed), el Obelisco de Teodosio y la Cisterna Basílica, la más grande de las 60 que había en la ciudad. Antes de comer fuimos al Palacio de Topkapi, que a pesar de ser Patrimonio de la Humanidad, me decepcionó. La tarde la pasamos perdidos en el infinito Gran Bazar, que debe ser uno de los mayores del mundo.

Ankara, 7 de abril

Volamos muy temprano a la capital de Turquía, Ankara. Allí visitamos el Museo de las Civilizaciones de Anatolia, interesantísimo, y el imponente Mausoleo de Atatürk, que fue primer presidente de la República de Turquía, y realizó una serie de reformas para crear un Estado moderno, democrático y laico.

Capadocia, 7 de abril

Hicimos 300 km por carretera hasta el hotel Perissia, en Ürgüp (Capadocia). No era el hotel previsto pero nos hizo el apaño. Dejamos las maletas y fuimos a un caravanserai, Saruhan 1249, para asistir asistir a una ceremonia de derviches danzantes. El espectáculo fue impresionante. Estaba prohibido hacer fotos, pero alguna hice y otras de las que siguen son de la página web del local.

Capadocia, 8 de abril

Sin lugar a dudas, volar en globo sobre los alrededores de Göreme fue lo mejor de este viaje a Turquía. La noche anterior nos acostamos con la incertidumbre, ya que podía llover o hacer demasiado viento… pero todo fue sobre ruedas. Mientras los pilotos calentaban el aire que levantaba los aerostatos, un empleado hacía el agosto, en efectivo o con tarjeta. Fue difícil entrar en la cesta —íbamos como sardinas en lata— pero en cuanto despegó, la sensación no podía ser más agradable. Era una mezcla de silencio e ingravidez sobre el paisaje que dibujaban las chimeneas de las hadas

Estuvimos el resto de la mañana recorriendo el Parque Nacional de Göreme, con sus viviendas e iglesias rupestres del s. XI, que se conservan en bastante buen estado. Por la tarde bajamos a la ciudad subterránea de Derinkuyu, la mayor de las 37 abandonadas que hay en la zona. También estuvimos en un taller de alfombras y nos anocheció en la ciudadela de Uçhisar, que habíamos sobrevolado al amanecer.

Estambul, 9 de abril

Muy temprano salimos hacia Kayseri, desde donde volamos a Estambul. A las 12 estábamos de nuevo alojados en el Marmara Pera y teníamos tres días para descubrir a nuestro aire el resto de Estambul. Empezamos con el Museo Arqueológico; tenía buenas referencias y no me defraudó. Volvimos después a la Mezquita Azul, en la que presenciamos una de las oraciones. Seguimos paseando por el mercado egipcio o bazar de las especias, después por el Gran Bazar y acabé el día en la terraza del hotel, disfrutando de unas vistas inolvidables.

Estambul, 10 de abril

Empezamos por ir a Santa Sofía, antes de que llegaran las avalanchas de visitantes. La que fuera iglesia ortodoxa y después mezquita, funcionaba como museo y estaba en obras. Seguimos por el Museo de los Mosaicos, pequeño pero con piezas interesantes. También navegamos por el Bósforo en un ferry que zarpaba desde el muelle de Eminönü; el trayecto de hora y media fue muy animado, con vistas únicas de los palacios y de las murallas de Constantinopla. Nos dio tiempo a visitar la mezquita de Rüstem Paşha y parte de la de Solimán (que estaba en obras). Y otra vez nos anocheció en la terraza del hotel.

Estambul, 11 de abril

El sábado, último día de nuestro viaje, lo dedicamos a visitar el Palacio de Dolmabahçe. No tenía nada que envidiar a los palacios europeos, con todo lujo y ostentación del Imperio Otomano; fue construido a mediados del s. XIX con un coste estimado de 35 toneladas de oro. A mediodía estábamos de vuelta en el centro, donde dimos varias vueltas por la Plaza Taksim y alrededores. Por la tarde intentamos subir a la Torre de Gálata, pero había una cola enorme, así que volvimos a Eminönü. Aquella tarde nos recogimos más temprano, volviendo al hotel en el metro, que por entonces no tenía más que una línea en funcionamiento y se pagaba con fichas como las antiguas de teléfono.

Vuelta a casa, 12 de abril

El domingo madrugamos para el traslado al aeropuerto y a las 8:30 despegamos con destino a Madrid. Se acababan las vacaciones y nos esperaba el trabajo y nuestras rutinas diarias.

El siguiente viaje: Lisboa

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